Por Daniela Konietzko Calero
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, enfatiza que la igualdad de género es un derecho humano incluido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, de la Agenda 2030. Dice, además, que para el logro de este objetivo debe haber un enfoque transversal en los programas y proyectos que se diseñen y ejecuten en el sector público y que la fórmula se replique en el sector privado.
Hace un par de décadas, de manera consistente, se realiza pedagogía para que los países incorporen este enfoque en el diseño de sus políticas y planes de gobierno. De hecho, este es un tema crucial de la agenda ONU, que recoge los principios de la Cumbre de Beijing 1995, la cual priorizó en sus doce esferas de trabajo la inclusión y mejor lugar de la mujer dentro de la sociedad.
El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, también ha integrado el enfoque de género, dentro de sus planes de acción, en cinco ejes: inclusión de las mujeres en empleos formales y sectores de altos ingresos en el mercado laboral; apoyo al emprendimiento, prevención y atención a las violencias basadas en género; responsabilidad de cuidado y trabajo doméstico no remunerado, y liderazgo femenino para impulsar el cambio.
Los cinco ejes resultan definitivos al momento de pensar en sociedades más paritarias, y de ello son conscientes organizaciones rectoras como el BID. La articulación del enfoque de género es indispensable para el desarrollo.
Teniendo en cuenta este contexto y ya pasada la efervescencia de los recientes triunfos electorales, es el momento de invitar a quienes nos gobernarán a partir del 1 de enero de 2024, a que observen y apliquen estos frentes de trabajo en los planes que ejecutarán en las alcaldías y gobernaciones del país.
Gobernar con lentes de género es ejercer un liderazgo con equidad, que escuche y sume los esfuerzos ya transitados por diversas organizaciones y aporte nuevos elementos a las mismas. Gobiernos que construyan confianza y administren con transparencia; que entiendan el valor del cuidado y su contribución al producto interno bruto, así como los desafíos que conlleva el desarrollo de políticas que reconozcan, reduzcan y redistribuyan el trabajo del cuidado no remunerado entre mujeres y hombres.
Gobiernos que busquen disminuir el desempleo femenino, que en Colombia ronda el 13%, y que en esa ruta impulsen programas en favor del emprendimiento. Gobiernos que tengan en cuenta las diferentes etapas y momentos de los emprendimientos para fortalecerlos en función de sus necesidades, sin olvidar que la mayoría, un 61%, son manejados por mujeres y surgen en contextos vulnerables. Eso, sumado a la prevención de las violencias basadas en género, atendiendo las cifras, sin desconocer el subregistro de una realidad que muchas veces se calla.
Gobernar con lentes de género es diseñar planes con base en datos inclusivos, que desagregan en categorías y permiten comprender las necesidades particulares. Al realizar políticas con datos uniformes, se ocultan realidades diversas, lo que puede llevar a decisiones imprecisas. Los datos inclusivos son claves para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La invitación es, entonces, a poner los lentes de género en cada una de las acciones que se emprendan en favor de la ciudadanía, de la sociedad; esa es la forma más asertiva y consciente de construir ciudades y regiones, en clave de inclusión y equidad.
*Presidente de la Fundación WWB Colombia.