Brecha de género en el sistema financiero: Una mirada al acceso a crédito por parte de las mujeres en Colombia
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Las mujeres y las poblaciones que viven en zonas rurales en Colombia son las que tienen mayores brechas de acceso al sistema financiero. El Banco Mundial señala que la inclusión financiera “significa para personas físicas y empresas, tener acceso y uso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades —transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro— prestados de manera responsable y sostenible” y abarca a las poblaciones que han estado tradicionalmente excluidas de los servicios financieros formales; mientras que la CEPAL reconoce el potencial de la inclusión financiera para contribuir al desarrollo económico y social sostenible. De ahí la necesidad de generar estrategias para la inclusión efectiva de todas las personas y su importancia para Colombia.
En 2020, la brecha en acceso a productos financieros por género en Colombia fue de 6.0 puntos porcentuales (p.p.) a favor de los hombres, en un enfoque territorial de esta misma variable se evidencia que el 40,7% de las personas que viven en ciudades acceden a productos financieros, mientras sólo el 22,9% de quienes pertenecen a zonas rurales lo hacen, señala el reporte 2021 de Banca de la Oportunidades.
Sin embargo, en el último año, dada la crisis derivada de la pandemia COVID-19 se generaron avances en el acceso al sistema financiero por parte de la población tradicionalmente excluida, con la creación de programas de transferencia monetarias por parte del Gobierno; la generación de programas de acompañamiento a deudores; y la necesidad imperante de acceder a canales digitales para participar en el sistema económico en los periodos de aislamiento social. Así a finales del 2020, el indicador de acceso llegó a un 87,8 %, alcanzando dos años antes la meta de acceso estimada para el 2022.
A pesar de estos avances la brecha de género en el acceso a crédito en Colombia sigue siendo notoria, por ello este blog abordará esta diferencia particular de acceso al sistema financiero por parte de las mujeres emprendedoras en relación con las características de sus negocios. Para ello se usarán: datos del Plan Reactívate (PR), desarrollado por la Fundación WWB Colombia en el marco de la recuperación económica por la crisis de la COVID-19; y datos nacionales de acceso y uso de crédito, junto con literatura relacionada con la presencia de esta brecha en empresas lideradas por mujeres.
Las cifras para el 2019 demuestran que, en Colombia, un 38,3 % de hombres adultos a nivel nacional recurrían a créditos, contra un 36,9 % de mujeres. En 2020, estos se vieron notablemente reducidos, pasando a un 34,8% para los hombres contra un 33,3 % para las mujeres. Esta información recopilada por Banca de las Oportunidades permite comprender, la permanencia de una brecha de género que se ve reflejada en las cantidades de productos de crédito a los que logran acceder, de manera diferenciada, hombres y mujeres.
Con relación a los montos de crédito, las cifras del año 2020 evidencian que, adicional a la brecha de tenencia de productos crediticios, los hombres recibieron mayores montos de créditos durante los años 2019 y 2020. Por ejemplo, en cuanto a microcréditos, el monto promedio de crédito concedido a las mujeres fue de 4.8 millones de pesos contra 6.1 millones de los hombres.
Un panorama similar refleja los datos del Plan Reactívate desarrollado por la Fundación WWB Colombia, donde el promedio del monto prestado a los hombres es 7.315.208 pesos y el de las mujeres 5.239.052 pesos; siendo la deuda de los hombres 1.3 veces más alta que la de mujeres. Adicionalmente, el 35% de los negocios pequeños (liderados en su mayoría por mujeres) no solicitó créditos en el último año y los que lo hicieron, debieron asumir cuotas mensuales que sobrepasaban sus ingresos (1,5 veces más), reflejando así su alto nivel de endeudamiento.
En los datos analizados a partir del Plan Reactívate se evidencia la ocurrencia de tres fenómenos:
a) la brecha de género en el acceso a crédito donde el 85% de los hombres tiene acceso a algún tipo de crédito mientras solo el 71% de las mujeres logra contar con este servicio,
b) la correspondencia que existe en el tamaño de los negocios y el género de la persona que lo lidera, así se evidencia que el 41% de los negocios de las mujeres son pequeños, mientras que sólo el 18% de los emprendimientos de hombres tiene este tamaño,
c) la relación entre obligaciones financieras y tamaño de los negocios; el 58% de los negocios de menor tamaño ( ingresos menores a 1 salario mínimo) no tiene obligaciones financieras, dicho porcentaje disminuye en la medida en que el negocio es de mayor tamaño llegando a un 33% para los que sus ingresos mensuales son superiores a 4 salarios mínimos.
Así, podríamos afirmar que existe una relación proporcioal entre tamaño de negocio y la tenencia de obligaciones financieras.
En la literatura sobre las razones asociadas a la brecha de género en el acceso a crédito, existe una discusión sobre si los factores más relevantes para explicar este hecho se encuentran en la demanda o en la oferta, es decir, en el sistema financiero o en las personas que deciden o no acceder a crédito. Para comprender lo anterior se han usado dimensiones donde existen diferencias entre hombres y mujeres: los niveles educativos, la edad, la aversión al riesgo, el estado laboral y los ingresos monetarios. En esta última se sitúa la relación entre el acceso a crédito, el tamaño de los negocios y el género de la persona que lo lidera; en esta triada se evidencia que las diferencias entre los sectores de productividad donde se encuentran las mujeres pueden tener un papel determinante en el acceso o no a los créditos.
En relación a lo anterior, datos del Plan Reactívate, evidencian que las mujeres se concentran en actividades de restaurantes y comidas (20%), confecciones (17%) y venta de productos de la canasta familiar (16%); en tanto, los hombres participan en mayor proporción en industrias manufactureras (18%), restaurantes y comidas (14%) y comercio al por menor (14%). Estos datos, a la luz de la literatura, permiten comprender que las mujeres latinoamericanas se emplean en mayor medida en sectores de alto riesgo ante los cambios económicos (56,9% del empleo de las mujeres contra un 40,6% del empleo de los hombres). Y que estos se caracterizan no solamente por la preponderancia de mujeres que los componen, sino también por las altas tasas de informalidad, bajas remuneraciones y bajos niveles de calificación; esto hace que las mujeres deban enfrentar mayores dificultades para acceder a recursos financieros formales.
La brecha de género en el acceso a crédito es multidimensional
lgunos estudios sobre el acceso a crédito por parte de las mujeres describen que, aun cuando las tasas de rechazo de las empresas lideradas por mujeres son más altas, una vez se controlan las variables de edad, tamaño de la empresa y sector al que pertenecen, no se encuentran diferencias de género en el acceso a crédito. Sin embargo, una investigación del BID de 2021 muestra que, aun teniendo en cuenta las externalidades, las mujeres que lideran empresas tienen menor acceso a crédito, aunque se demostró una disminución de la brecha de género cuando se controlan las externalidades: “una empresa liderada por una mujer idéntica en dimensiones a una liderada por un hombre (incluso tamaño) sigue teniendo menos probabilidades de acceder al crédito”.
Estas diferencias en los resultados de unos países a otros pueden ser explicada por los sesgos culturales asociados a ciertas economías, así entre mayores sesgos de género existan las mujeres enfrentan más dificultades para acceder a crédito. Esta es una barrera importante para explicar el hecho de que las mujeres soliciten en menor medida servicios de crédito y que, al hacerlo, sean a quienes más rechazan.
Un estudio realizado en España sugiere que, aun cuando no existe discriminación taste based (teoría del gusto) en razón del género en el acceso a crédito por parte de mujeres emprendedoras, sí hay presencia de una discriminación estadística o discriminación implícita que afecta el acceso a crédito por parte de las mujeres y desconoce para el caso de las emprendedoras, variables como las tasas de mora o el desempeño de las empresas para el otorgamiento de créditos. Estos dos tipos de discriminación también están sujetos a estructuras desiguales de género: “una causa probable de discriminación implícita es que las metodologías de calificación crediticia (tanto cualitativas como cuantitativas) estén calibradas con el grupo más común (en este caso, hombres)”.
Lo anterior deja en evidencia que las brechas de género en el acceso al sistema financiero no solo tienen que ver con la posible discriminación explícita de las mujeres por parte de las instituciones financieras o a las múltiples barreras a las que se enfrentan dadas sus condiciones socioeconómicas de vulnerabilidad. También influye las formas en que el sistema financiero ha sido pensado y diseñado históricamente, a través de procesos que en apariencia se describen como racionales y neutros pero que han sido creados para el individuo “común”, es decir hombres.
Teniendo en cuenta esto, los análisis para comprender la existencia o no de una relación entre el acceso a crédito de las mujeres y los tamaños de sus negocios, deberían no sólo ampliar la mirada de análisis a los contextos sociales que explican las desigualdades de género que producen desventajas económicas y de acceso al sistema financiero, sino también examinar desde una perspectiva multidimensional y contextualizada, la discriminación implícita y estadística que generan desigualdades de género que son complejas de evidenciar.
Finalmente, es importante resaltar que, aunque en los últimos años ha habido una disminución en las brechas de género en el acceso a productos financieros, aún hay un largo camino por recorrer para lograr la inclusión financiera efectiva de las mujeres, pues el origen de esta inequidad es estructural y, por tanto, su reconocimiento y abordaje implica análisis robustos que puedan poner en diálogo diferentes dimensiones del conocimiento que permitan comprender las razones de esta desigualdad.
Un blog de Daniela Konietzko, presidente de la Fundación WWB Colombia, para el Portal FinDev.
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