Con el objetivo de movilizar reflexiones, análisis y propuestas que habiliten oportunidades de crecimiento para las mujeres, Cali Cómo Vamos llevó a cabo el evento ‘El reto de ser mujer en Cali’, del que participó nuestra directora de Investigación Soraya Husain Talero.
El encuentro se desarrolló como receptor de las ideas y sugerencias presentadas por diversas organizaciones, en favor de la equidad de género, con el fin de promover y facilitar diálogos productivos para abordar desafíos y proponer soluciones que impulsen el crecimiento de las mujeres en la sociedad.
Yurani Andrea Ordóñez, secretaria de Mujer Equidad de Género y Diversidad Sexual de la Gobernación del Valle del Cauca, fue una de las panelistas.
Soraya Husain compartió panel con Catalina Rey, gerenta de Ecosistemas para Micros; Natalia Escobar, coordinadora del Observatorio para la Equidad de las Mujeres (OEM); Steffany Escobar, subsecretaria de Equidad de Género de la Alcaldía de Cali; Yurani Andrea Ordóñez, secretaria de Mujer Equidad de Género y Diversidad Sexual de la Gobernación del Valle del Cauca, y Danny Angarita, analista técnico de Cali Cómo Vamos como moderador.
Este espacio, de acuerdo con la Directora de Investigación de la Fundación, “fue fundamental para visibilizar el rol que tienen las mujeres emprendedoras en la ciudad y cómo ellas contribuyen a la economía y el progreso de la misma. Entonces, se discutieron temas tales como el trabajo no remunerado, las oportunidades para crecer, las brechas en los ingresos y la importancia de los distintos aspectos que contribuyen al bienestar de los emprendimientos de las mujeres; empezando por la seguridad para transitar por la ciudad libremente“.
La agenda del evento dio paso a la presentación de diversos datos sobre la calidad de vida de las mujeres en Cali, en aspectos como: el nivel educativo, el mercado laboral, la salud, la seguridad y la convivencia, la pensión y las características de las viviendas y hogares.
“Es importante acudir a estos espacios para ampliar la discusión alrededor de la mayoría de necesidades que tienen las mujeres en los territorios, partiendo del conocimiento que existe y cuál es la disposición de las instituciones para responder ante estas situaciones”, comentó Kandy Valencia, gestora de medición cualitativa de la Fundación WWB Colombia.
Cada intervención estuvo determinada por un tema en específico:
- Soraya Husain destacó la relación entre emprendimiento y tasas de desempleo, especialmente para mujeres afro y vinculadas a labores de cuidado, también propuso programas focalizados para promover la autonomía económica de la mujer.
- Natalia Escobar resaltó la importancia de recolectar datos con perspectiva interseccional para abordar la violencia de género (VBG) y reconoce la subrepresentación afro en aspectos de calidad de vida.
- Catalina Rey abogó por clasificar a las empresarias para atender sus necesidades, destacando la diversidad como palanca de competitividad.
- Stefanny Escobar enfatizó la inclusión de niñas, adolescentes, mujeres trans y campesinas en los datos demográficos para abordar sus necesidades y aumentar su representación en la toma de decisiones.
- Yurani Ordóñez mostró su preocupación por la dificultad de acceso a servicios de salud para mujeres trans y la importancia de la autonomía económica para su bienestar psicosocial, además de señalar el subregistro de violencia psicológica.
Más allá de las estadísticas: mujeres y calidad de vida
Una de las características que clasifica la calidad de vida de las mujeres en la sociedad caleña es su reconocimiento étnico y, bajo esta premisa, las viviendas de las mujeres afrodescendientes y las migrantes venezolanas suelen albergar a más personas en comparación con otros grupos; principalmente pertenecen a los estratos 1 y 2 y tienen menos propiedad de vivienda que otros grupos de mujeres.
Así también, en el nivel educativo, la prevalencia de la educación superior es mayor en mujeres que no se identifican con ningún grupo étnico y en mujeres jóvenes. Al comparar con mujeres adultas y de mayor edad, se destaca la diferencia generacional en el acceso a la educación terciaria.
Por otro lado, las mujeres con menor ingreso en comparación con el salario promedio de las mujeres en Cali-Yumbo fueron las migrantes venezolanas (-41,2%), las indígenas (-31,6%) y las adultas mayores (-26,8%).
En los hogares, las mujeres asumen una mayor parte de las responsabilidades del cuidado y del trabajo no remunerado, como lo demuestra el hecho de que el 35% de las mujeres tienen como actividad principal las labores del hogar, mientras que en los hombres esta cifra es siete veces menor, con solo el 5% dedicándose principalmente a estas labores.
Una de las observaciones destacadas por Soraya Husain Talero hace referencia al tiempo que una mujer, teniendo en cuenta su carga cotidiana de cuidado, dispone para un emprendimiento; es decir, si ella emprende para solventar una necesidad, cuenta con menos tiempo en dimensiones considerables respecto a un hombre.
Por lo tanto, el incremento en la responsabilidad de las labores de cuidado se asocia con una menor probabilidad de que las mujeres accedan al mercado laboral. Aquellas que logran ingresar enfrentan disparidades en comparación con los hombres, incluyendo una tasa de desempleo más alta, menores ingresos y una menor afiliación a la pensión. Esta brecha es aún más pronunciada en mujeres afrodescendientes y migrantes venezolanas, donde la tasa de desempleo es aún mayor.
A su vez, el 48% de las mujeres en Cali-Yumbo no están afiliadas a algún fondo de pensión y, al momento de abordar la temática, hubo un análisis en el que se consideró la expectativa de cuidado que una madre espera recibir como retribución de sus hijas o hijos en su vejez.
En Cali, “es necesario abordar temas que nos permitan conocer algunas de las problemáticas a las que se enfrentan las mujeres en la ciudad. Encontramos que la incidencia de la violencia sexual fue nueve veces mayor en mujeres que en hombres y la violencia intrafamiliar fue cuatro veces mayor”, comentó Danny Franchesco Angarita, analista técnico de Cali Cómo Vamos.
En este sentido, el impulso de las entidades e instituciones en los emprendimientos de las mujeres podría aportar a su autonomía económica. Según las ponentes, los programas de capacitación enfocados en las diferentes necesidades demográficas, étnicas, educativas, de género, entre otras, son fundamentales para contribuir al desarrollo de la calidad de vida.
Consulta aquí la reciente investigación que realizó el equipo de Investigación de la Fundación y el proyecto Digna, Trabajo y Género de la Universidad de los Andes para comprender los efectos que tiene el trabajo de cuidado no remunerado en la creación y desempeño de los micronegocios en Cali.